viernes, 14 de enero de 2011

historias de lobos (Il)

durante un tiempo, no sé cuanto, estaré alejado de blogger pero antes de irme
Les dejo la otra parte de historias de lobos, realmente es un orgullo que algún escrito de guillermo haya participado aquí

para todos
mis más sinceros afectos
y bue
"las despedidas son tristes, y mi sombra se fué bailando", entonces
basta de preámbulos


Historias de lobos -dos-

“El perro mueve la cola y los chicos piden pochoclo...” Algo de tumba en el recuerdo liviano sintió, era viento en la frente y distancia en el alma; su herida no sana con el tiempo y se jacta de esto desde la primera infancia.
Algo amarillo en sus ojos de lobo intentó esconder.

Como usted se habrá dado cuenta no será más que un animal propio el núcleo de estos contares, donde cada uno se disimula en cueva oscura -sin tiempo para moralejas- y se hace en eco de murmullos de antaño que nunca importan demasiado. Sin templo y despojado de casi todo vive el germen de celo enfermo en estas historias de lobos. Mientras el hambre siempre joda, la sed del deshidrate hasta las tetas goza y es poco menos que una nana grave, un placer de vida en tragedia.
Entonces sed, en estas historias de lobos.

Anda encorvado -como se suponía- huérfano de aquellos relatos que lo hicieron temerario. Ahora es un natural que sufre las más extrañas geografías que no son complejas ni poseen intrincadas características, justamente su extrañeza es proporcionada por “una sencillez escalofriante”. Minerales, decadencia, una carga tremenda en su espalda, un peso que no es de roca ni de metáfora, sino huesos en franca flojera. Anda solo a fuerza de lomo gastao, esperando en mansedumbre un final de epopeya. Así, puede pasar una vida, aguardando aventuras de amor que lo dignifiquen, pero no.

Sabe y silencia ese pasado para temer, siempre cuentan. Él mismo fue quien acertó una a una las más decorosas historias de lobos. Así aprendió muecas de redención y sueños brillantes. Pero en perinola le tocó soledad y paranoia, como era de esperar, y yace sólo y triste hasta en las más fogosas orgías.

Por eso anda retardado en sus memorias: parco en el habla, casi mudo y sediento -se ha dicho- siempre sediento. Si fuera otro gozaría algún tipo de plenitud, de licencia por sabiduría, mientras él supo sabe, seguirá silenciando, cienes de líneas lava-bocho acontecen a las bodas del cordero… “Es interesante mencionar que en lugar del hombre sacrificar animales a Dios, es Dios quien sacrifica hombres a los animales”

"Pero eso es de otro tipo de historias" sonrió.

texto: gullermo pastorino

sábado, 8 de enero de 2011

historias de lobos (I)



"Quiso romper al tiempo y se la agarró con las torres del Chocón"
Puede que esta parte del relato nada tenga que ver con los textos previos a las bodas del cordero; pero en las historias de lobos siempre hay algún perro, siempre un margen, una grieta.

En realidad lo que buscó fue romper al tiempo y el tiempo no es cosa que se rompa, entendió “toda una vida planeando el siniestro y este jodido ni se rasga” encontró. Obligaciones. Oyó contar historias de lobos en montes de verde frío lodo. Historias milenarias de lobos milenarios, mágicos como el árbol, corazones que si te embroman te embroman en otoño y verano.

Lo sé, todo este tiempo ha estado oyendo historias de lobos. En sórdido reposo de noche pronta, ha podido escuchar palabras balar sobre peores corridas; rajadas de sanputa y recuerdo bravo. Amargo era hombre al decir pausado, sombrío. Al simple oír descubrió baches en memoria llana, fragmentos absurdos de Urquizas y Morenos piantados en esquina, si hacía falta hasta el mediodía. Próceres prusianos en la misericordia de aquel ombligo despronviciado, que desde lo más temprano constituye.

Atendió citar a don Alfredo, murmurar hacedor de historias que reivindican ausencias y presentes vagos como de “una bailanta con acordeón, ante la luna con el sol… por una noche no fui peón, hombre volví y en eso estoy". Historias de lobos que nunca han podido regerenciar plegarias abstractas; pues ha oído contares de lobos asechando la escarcha, el andar del mestizao non santun que siempre malogra forma y entiende silencios. Aprende.

“Se pudre en historias de lobos” recité.

texto: guillermo pastorino (v.u.c.)